José Jiménez Lozano: Los cuadernos de Rembrandt

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José Jiménez Lozano: Los cuadernos de Rembrandt . Pre-Textos. Valencia (2010). 233 págs.

Adquirí este libro hace mucho tiempo, más de una década, quizá cuando perdí a mi hermano Pedro, que era un promotor de Jiménez Lozano. “Ya has visto que le han dado el premio Cervantes” -me dijo en aquellos años. Ahora, por razones que no sabemos explicar, el libro me hace un guiño y lo retiro del estante. Cada libro tiene su momento, su tiempo vital. Y de nada sirve buscarle explicaciones al asunto; yo, por lo menos, las dispenso.

Me gusta el estilo de Jiménez Lozano. Directo, claro, clásico y coloquial al mismo tiempo. Y provocador, te hace pensar:  “Somos así: los que son ilustres y los que no lo somos. El ‘yo’ nos pierde siempre. Por algo decía Pascal que es odioso” (…) La “cultura general” -esa “cultura media que tanto horrorizaba a Goethe, como el peor de los males- está compuesta de una gran ignorancia general básica, más el cúmulo de todos los desechos de los estereotipos de lo más vulgar y necio de las politiquerías y de los que se llama ‘ciencia para el pueblo’ dese hace doscientos años para acá….”.

Temas multivariados, en amplio espectro, donde se nota que ha leído mucho, que lo tiene bien pensado y rumiado, en fin, que es cultura cuajada e incorporada.  Mientras paseo por las páginas de estos Cuadernos de Rembrandt -que deben su nombre a una pintura en la capa del tal cuaderno, no a otra cosa- se me ocurre que el escritor abulense lo que hace son anotaciones que apunta al alimón. Algo que hoy llamaríamos BLOG, pero en papel. Y hace de sus notas un saber que es cultura, es decir, conocimiento transitivo, para ceder a los que se aventuran a leerlo. No erudición -que es el saber que se uno se guarda para engordar el tal yo, en vez de colocarlo a disposición de los otros. Esa es la gran diferencia: el erudito tiene un conocimiento egocéntrico, el hombre culto es un educador.

Anotaciones y vivencias, que comparte con el lector.  Por eso, no hay argumento o tesis en el libro, sino un cúmulo de comentarios, eso sí, utilísimos. “El párroco me contó que un día había recibido una indignada llamada telefónica de alguien que le reprochaba que siguiera manteniendo en la iglesia el cadáver de un inquisidor, algo que le parecía intolerable ‘a estas alturas’. El párroco aguantó con elegancia el chaparrón y dijo que lo único que podía hacer era poner al señor inquisidor de rodillas y cara a la pared. Y su comunicante ya no supo qué decirle, y colgó”. Ironía fina, que te hace sonreír….y pensar: “Una estudiante universitaria me preguntó que cómo podía ser que, no siendo negro, fuera esclavo Cervantes en Argel. ¿Influencia del cine?”

Impulsos y reflexiones, sobre temas que son siempre actuales. “La boba invocación del progresismo, como si ‘progresar’ significara algo más que inventar un ayer a la medida, que finge fin en quien ahora, complaciente, lo evoca (…) La publicidad es el sustituto moderno del argumento y su función consiste em que lo peor pasa por el mejor de los artículos. (..) El mundo se ha quedado sordo, pero cada tipo de propaganda revive a su grupo de prosélitos y les inspira una nueva resolución para proseguir y sufrir por la causa sagrada” Y le falta tiempo para ilustrarlo con ejemplos:  “Un anuncio publicitario: ‘colchones fabricado con tecnología de la NASA. Un viaje único hacia el descanso total’. La requies aeterna? Ya me extrañará que no lo copie la nueva liturgia, y que, para facilitar el acceder a la comprensibilidad del mensaje y a las exigencias del hombre moderno, no se sustituya el antiguo: Requiem aeternam done eis, Domine; et lux perpetua luceat eis, por algo así como: ‘Concédeles, Señor, un colchón de la NASA, y una luz halógena luzca para ellos”

Asuntos políticos, modas de hoy y de siempre, condimentados con la ironía siempre presente: “Lo específicamente moderno es que todo es problemático, pero, si no lo es, debe problematizarse, y politizarse. Las cosas no son nunca lo que son, sino lo que deben ser, una vez bien problematizadas y politizadas, e iluminadas por el mito correspondiente (…) Como decía Kolakowski, el discurso marxista ha tenido tanto atractivo porque permitía dominar la historia o la filosofía y la economía, sin haber estudiado absolutamente nada de ellas (…) Qué clase de civilización es la que decide tomar a chacota o a beneficio de inventario precisamente a una persona que para otras personas es sagrada y a través de la cual bien éstas su fe (a propósito de las famosas caricaturas de Mahoma) (…) ¿Habrá que contestar hasta las necedades? El gran público que lee esas cosas (Código Da Vinci), ni se puede hacer cargo  de la necedad y maldad del libro  y tampoco puede hacérselo de las razones que se dan para descubrir su estupidez y maldad”.

Y el cada vez más actualísimo asunto de las cuotas y de las minorías, casi tan sagradas como las vacas en la India: “Por una especie de supercompensación se da en adelante una tendencia a hacer de la simples pertenencia a un grupo minoritario una especie de privilegio , un derecho, por ejemplo, a la titulación em la universidad. Cada vez que criterios de selección puramente étnicos y sociales sustituyen al talento en el estudio, a la calidad de las publicaciones, la universidad americana pierde lo que constituía su valor: es decir, la concurrencia reglada de los méritos”. Dispensa comentarios y se imponen las consecuencias para los americanos….y para todos los que navegan con semejantes tesituras.

Jiménez Lozano lee mucho, baraja escritores y pensadores, teje sus propios tapices de pensamiento, y los despliega delante del lector. Veamos una secuencia magnífica sobre la escrita y la palabra: “Walter Benjamin dice que si el arte del narrador se ha hecho cada vez más raro, la difusión de la información tiene en ello una parte decisiva. Cada mañana se informa de las novedades de todo el planeta. Y con todo esto carecemos de historias singulares y significativas. Esto sucede porque no llegamos a ningún evento que no esté repleto de explicaciones. Casi nada de lo que sucede va a favor de la narración, casi todo va a favor de la información. (en lamedia donde todo se explica, incluso las tragedias, pero sin espacio para las narraciones; la victima de la tragedia queda reducida a mero elemento pasivo de un hecho) (….)  Lo que diferencia un libro de un documento, dice Levinas, es que las significaciones del documento quedan agotadas en él, y el libro invade o desposa la vida del lector , y su destino. Lo que de peor se puede decir de una narración es que es un documento de su tiempo (…) Escribir -dice Christian Bobin- es tomar las palabras una por una y lavarlas del uso abusivo que se ha hecho de ellas. Es necesario que las palabras estén limpias para poder ser bien utilizadas(…) Y Levinas que afirma ser la palabra en su esencia original es un compromiso ante un tercero en nombre de nuestro prójimo. La función original de la palabra no consiste en designar un  objeto para comunicar con otro, sino que alguien asume una responsabilidad ante alguien”.  Impresionantes son la consecuencias de esta serie de pensamientos que comprometen a quien escribe, y le apartan de la vulgaridad.

Pensamientos densos, y atención al detalle, a la delicadeza que nos hace creer en el siempre difícil desafío de mejorar el mundo que nos rodea: “Una mujer que había atravesado esta vida sobre la punta de los pies, sin que nadie la viera, y no haciendo más ruido su muerte que la de la nieve cayendo sobre la nieve. Quizá el mundo es salvado de la ruina a la que tiende por estos seres que nadie jamás nota. A veces, el disfraz de esta clase de ángeles sostenedores del mundo es un poco ridículo, pero diríamos que es así como ocultan sus alas para pasar inadvertidos”

La sencillez que se impone y alcanza la dimensión transcendente, colocando “el acento metafísico -cita a Guardini, cuando advierte que el contenido religioso de la vida desaparece cada vez más. Y también  Huxley: “la verdadera religión se ocupa del don y dela intemporalidad. Y la religión idólatra es la que sustituye con el tiempo a la eternidad; ya sea el tiempo pasado bajo forma de tradición rígida, ya sea el tiempo futuro bajo forma de progreso que conduce a la utopía. (…) La liturgia es atemporal y nos salva de la tiranía del tiempo”. Por eso, hablando de las catedrales:  “no hay en ellas una utilidad, una alegría o un placer, una necesidad satisfecha, sino una marcha  lenta a través de los altos muros que existen por sí mismos y a los que les es indiferente que los hombres se sirvan de ellos para el fin que sea(…)  Lo sagrado es el imprevisto instante en el cual el hombre se percibe en la certeza de ser un tenue cruce (aterrador cruce, como decía Pascal) entre el infinito y la nada, y lo sabe imposible”.

Es evidente que le afectan personalmente las muchas lecturas, y  que el escritor vive lo que apunta “La literatura toca las llagas humanas, para consolarlas o para hacer de ellas grandes boquetes y sentarse con su triunfo encima”. Y las expresiones precisas que hace suyas: “haber nacido em un mundo preñado de belleza y morir en medio de la mayor fealdad es el destino común de todos nosotros, los exiliados (Evelyn Waugh) (…) Ser romano es tener, aguas arriba de si, un clasicismo que imitar y, aguas abajo, una barbarie que someter” (Remi Brague).

Y, también, el tema de España, y los dilemas “de siempre” con el que cerramos esta copia abusiva del BLOG de Rembrandt. Esta es la salida que ofrece Jiménez Lozano, como alternativa a las divisiones ideológicas: “Más valdría que maceráramos en nuestro corazón toda huella de odio, y nos avergonzáramos de nosotros mismos, porque ya es tiempo de que esta nuestra España se libere de una vez por todas, de memorias y castas malditas, ‘de los hunos y de los hotros’ como escribía tan doloridamente don Miguel de Unamuno, Nunca hubo dos Españas, sólo hubo siempre una sola, triste, y desgarrada España”.

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